ROMPEN LAS ACEQUIAS DE LOS QUINTEROS PARA PALIAR LA BAJANTE DE EPECUEN
Gastón Partarrieu. Publicado en Semanario Carhué Nueva Era Nº 934 de 2007
Fue efectuada por orden del intendente municipal Juan Marcalain para que el agua llegue a la laguna que acusaba una notoria bajante, haciendo fracasar el final de la temporada. Es esta otra historia del “eterno problema” de Epecuén, pero en esta oportunidad intentaremos abordarla desde las actitudes que hemos tenido con nuestro arroyo Pigué, arroyo que en una época fue amigo y fundador y más tarde lo pasamos a la fila de los culpables a la hora de indagar los porqué del peligro de inundación de Carhué.
ARROYO FUNDADOR
Cuando Levalle se afincó en estos parajes fue el arroyo Pigué fuente de provisión de agua y elemento defensivo estratégico, pues el flanco izquierdo del fuerte era custodiado por sus barrancas. A su vera concurrían cada día soldados en busca de agua, o las fortineras a lavar las pilchas. Fueron sus aguas las que amalgamaron el barro y la paja de los primeros ladrillos que cimentaron aquellas pioneras construcciones del pueblo.
Los “indios amigos”, en realidad los sometidos, fueron los que habitaron su margen izquierda, estando separados de la “civilización” por éste, evitando con esto la intromisión al fuerte y pueblo.
Cuando ya el peligro del indio estuvo solucionado alrededor de 1879, a su vera se instalaron los hornos de ladrillos y las quintas que abastecerían al pueblo, tal el caso de los hornos de Antonio Elorriaga, o más tarde los de Pacífico Calzeta, entre otros.
En 1885 Pedro y Celestino fino erigirían los cimientos del Molino Harinero, primer industria del pueblo1, logrando en 1989 la autorización del P.E. para construir un embalse en su curso y poder generar energía hidráulica para sus maquinarias2. Luego de pasar por varios propietarios en 1914 se instalan allí dos turbinas hidráulicas y un motor a gas para satisfacer las necesidades industriales y brindar, por primera vez, alumbrado público y privado al pueblo, quedando Carhué en segundo lugar detrás de Bahía Blanca en contar con este servicio3. En el mismo molino existieron además una fábrica de fideos, una panadería y en 1929 hasta un lavadero eléctrico, propiedad de Agapito Muñoz4.
LA INTERVENCIÓN HUMANA
En 1935 se comienza con la idea o necesidad de hacer algo con su curso, pues era poco el caudal que llegaba a la laguna, en franco descenso. El Centro de Comercio, Industria y Propietarios envía nota al Intendente Municipal Pedro M. Narbaitz solicitando ayuda para la canalización o rectificación de algunos tramos del curso. Ellos ya habían enviado nota a la Dir. de Hidráulica quién había acordado la venida de un ingeniero pero se debía enviar el dinero necesario para la movilidad del mismo, cosa que la Comisión de Fomento y el Centro se comprometían a efectuar. El pedido establecía que el municipio se haga cargo de “cuatro o cinco peones durante un mes” que sería el tiempo necesario5. Así para abril arribaban los ingenieros y comenzaban un estudio del arroyo y la posible solución, haciéndose cargo la provincia del pago de los peones. La obra fue pedida por estas dos instituciones con la participación de los gobiernos provinciales y comunales, políticos radicales y conservadores, todos por el bien de los intereses del turismo.
El asunto se retrasó por las cuestiones legales y formales, y gracias a que por noviembre y diciembre llovieron alrededor de 200mm, se solucionó parte del problema, disolviendo los grades bloques de sales7.
El tema continuó ocupando extensas columnas periodísticas y el accionar de varias instituciones. El 21 de agosto de 1936 10 fueron aprobadas en el Senado de la Provincia obras por $150mil –en esos momentos El Pueblo salía todos los días y la suscripción mensual era de $2– destinadas especialmente para mantener su caudal, proyecto que pasó a la Cámara de Diputados9 en donde fue aprobado. Consistía el proyecto en la rectificación y canalización de parte de los 12km. estudiados por personal de Hidráulica, siendo aprobadas las obras por el Consejo de Obras Públicas en sesión del 22 de mayo de 1937 “...no habiendo sido realizadas antes por falta de recursos, lo que recién se obtuvo con la sanción de la ley del 21 de agosto.”11
La canalización fue llevada a cabo durante ese año y junto a las lluvias permitieron una respetable temporada, sin embargo por las crónicas posteriores ya en 1938, queda claro que la canalización y la rectificación no mejoraron la situación: “ Y el canal se construyó, se hizo una obra costosa pero no creemos en su resultado práctico, ya que éste ha sido terminado y no vemos como con él se pueda solucionar auque sea en parte el problema del lago.”12 A la siguiente temporada llamaron al mago de la lluvia don Baigorri Velar.
En 1947 mediante Ley Pcial 5097 se volvió a limpiar y rectificar el último tramo del arroyo ensu desembocadura de la laguna, pasando por detrás del cementerio.
Muchos años más tarde, en 1969 se hace traer una dragalina que efectúa un gran e integral dragado del mismo, que partió desde el puente de la ruta 60. En ese momento un grupo de vecinos llegó a sugerir a las autoridades hacer una pequeño embalse, con parrillitas y forestación para los del “turismo del puente” de Marino, pero nada de ello se efectuó.13
AQUEL 19 DE FEBRERO DE 1936
Volviendo a los días transcurridos entre 1935 y 1936, cuando se aproximaba una nueva temporada y ante la tardanza de los estudios y las obras con sus procesos legales y financiamiento, quizá alguien asesoró a las autoridades locales, sobre una manera paliativa de solucionar el tema hasta la llegada de las esperadas obras. La medida fue destruir o tapar las acequias que desviaban las aguas del Pigué y que regaban las propiedades por donde cruzaba el serpenteante arroyo, en su mayoría quintas. Era ya Intendente Juan Marcalain, conservador acusado entonces por haber llegado al poder, mediante el fraude electoral que caracterizaría el periodo. El semanario radical comentaba lo siguiente bajo el título “Una Medida Benéfica Y Un Procedimiento Arbitrario”: “No ha muchos días por disposición al parecer de las actuales autoridades municipales, una cuadrilla de empleados de la misma, procedió a destruir las acequias y tomas de agua, que gran número de propietarios y arrendatarios ribereños del arroyo Pigué, tenían instaladas para su aprovechamiento en beneficio particular. El procedimiento empleado para ejecutar esta resolución municipal, no pudo ser ni más expeditivo, ni menos refractario a encausarse por las prescripciones legales”. En otro párrafo agregaba “...este procedimiento, demuestra la decidida actitud de demostrar ante el vecindario, quienes son los que mandan...”. Si bien es cierto que la provincia es quien ejerce la autoridad sobre las corrientes de agua comenta el periodista que “... los propietarios y usufructuarios, que ante la sorpresiva intervención municipal, no salen de su asombro por esta usurpación de autoridad y subsiguiente violación de domicilio.”. Quizá, argumenta, con una autorización del P.E. y una notificación a los propietarios se hubiera efectuado lo mismo. Luego añadía “... la resolución en sí y los móviles que la inspiran, merecen la aprobación del vecindario en general y de los cuantiosos intereses afectados [...]. Prosiguiendo en el desarrollo de esta acción de defensa del lago y completando los beneficios que podrán esperarse de la medida ejecutada con tanta precipitación, convendrá realizarse la canalización del ultimo tramo del arroyo, cuya obra ya ha sido suficientemente estudiada.” 8
1 1876-1978 102 años de Historia. 2 Idem Ant.3 Idem 14 Semanario “EL Pueblo” Nº 142 de 1929.5 Semanario “El Pueblo” Nº 404 de 19357 Semanario “El Pueblo” Nº 447 de 193510 Semanario “El Pueblo” Nº 518 de 19379 Semanario “El Pueblo” Nº 482 de 193611 10 Semanario “El Pueblo” Nº 518 de 193712 Semanario “El Pueblo” Nº 586 de 193813 Semanario “El Pueblo” Nº 1840 de 19698 Semanario “El Pueblo” Nº 455 de 1936